Estamos en la era de los filtros digitales, parece que la influencia digital va contaminando nuestra existencia a tal punto que va permeando hasta nuestros pensamientos, comportamiento y emociones. Algunos no nos damos cuenta que ayudamos u ofrecemos lo mejor que podamos pero con algunos filtros y filtros equivocados. – ¿Qué filtros usamos al dar y no nos damos cuenta?
Ofrezco lo mejor:
1.siempre y cuando lo Merezca. Solemos ofrecer pensando en si la persona merece o no mi ayuda, me convierto en un juez, justifico el por qué no ayudo y esto me hace ser condicional, todo lo contrario a lo que Jesús nos enseñó y ejemplificó.
2.cuando pueda. Si bien es cierto que no es una obligación para nadie dar, ayudar o apoyar en alguna circunstancia; también es cierto que hacerlo aún cuando no puedes dice mucho de tu amor por el prójimo y tu calidad de persona o la intensidad con la que representas a Jesús. El no poder ayudar siempre estará pero el hacerlo a pesar de las limitaciones es de por sí un “ofrecer lo mejor”
3.cuando yo quiera. En ocasiones somos caprichosos a la hora de ayudar. Solo para mantener el control en nuestras manos lo hacemos en el momento en el que queremos, en el que estamos de ánimo o nos acordamos, olvidamos que debe haber intención en el ayudar, acompañar o tender la mano. Esto significa hazlo pronto, hazlo con diligencia.
4.¿para quien es? que clase de personas es? Quizá es lo primero en que nos fijamos y así determinamos si ofrecemos lo mejor o lo que podamos, no es justamente lo que hizo Jesús. nada merecemos y no somos lo mejores y aún así Él siempre nos da lo mejor.
Así es como Dios lo da todo, sin filtros…
Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros. Rom 5:8
No se fijó en si lo merecíamos, planeó la salvación desde que el hombre falló no dio tiempo al tiempo, no se hizo esperar para castigarnos, no espero a que lo convenciéramos, simplemente ofreció lo mejor de sí mismo…. SIN FILTROS.





Este escrito me lleva a reflexionar sobre cómo a veces condicionamos nuestra generosidad con actitudes egoístas o juicios hacia los demás. Es un llamado a examinar nuestras intenciones y a entender que dar lo mejor de nosotros debe ser un acto libre de filtros, como lo hizo Jesús. Su amor incondicional nos inspira a ser más genuinos y desinteresados, recordándonos que nuestra calidad como personas se mide por cómo amamos y ayudamos, sin esperar nada a cambio. Un mensaje que desafía y transforma.